Si, el mirlitón, el kazoo, es decir, el pitito de carnaval, el de caña de toda la vida, ese de sonido estridente y tan divertido. Aunque no es un instrumento en sí, porque no genera sonido alguno, sino que sólo transforma el timbre de la voz, podríamos clasificarlo como tal porque forma parte indispensable en la música que invade las calles de Cádiz en los carnavales.
A pesar de su sencillez y humildad ha experimentado cambios, empezaron a fabricarse en metal. A partir de los años 70 se fabrica un tipo de pito hecho de caoba, ukola y otras maderas nobles. Posteriormente, sobre los años 80, se empiezan a utilizar materiales más modernos, como actualmente, de metacrilato o plástico.
Tiene una membrana y, como tal, pertenece a la misma familia que los tambores, aunque aquella no se percute, sino que vibra por simpatía con las frecuencias emitidas por las cuerdas vocales, por lo que tiene cierta afinidad a los instrumentos de viento (aunque no sea el soplo lo que genere la distorsión o transformación del sonido). Por lo tanto podríamos decir que se trata de una especie de tambor cantante. Sin ser un instrumento grande ni melodioso, no se entiende el Carnaval de Cádiz sin su presencia.
También se utiliza en teatro ya que se consiguen efectos bastante cómicos. También en el mundo del jazz se ha usado para sustituir a otros instrumentos como el trombón.
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